El especulador judío Bernard Madoff, que por su posición en Wall Street debía dirigir la conspiración para dominar el mundo que ordenan los Protocolos de los Sabios de Sión, ha estafado a todos esos sabios, que además se timaban entre ellos mismos antes de robar a sus clientes: descubiertos, ya no pondrán la humanidad a sus pies.
Madoff y demás banqueros y especuladores judíos de Wall Street han demolido el objetivo de los Protocolos, con lo que desaparece la mejor arma antisemita de los neonazis y los izquierdistas antijudíos, que son muy parecidos, y la de los que culpan a los judíos de todo lo que les sale mal.
Las directrices protocolarias exigiendo dominar la humanidad con la promoción del vicio y la perdición del goim-gentil, el comunismo, el capitalismo y dar cumplimiento a la gran conspiración judeomasónica deberían habernos arrodillado ante esos judíos neoyorquinos.
Pero al enseñar su estafita por debajo de la puerta han renunciado a conquistar el mundo.
Ya se veía venir con Karl Marx, que creó la teoría comunista, o con Einstein, o Woody Allen, o con gran número de los premios Nobel de Medicina.
También con los Hermanos Marx que se reían de todo o Charles Chaplin de Adolf Hitler, cuando los historiadores ya habían demostrado que la conjura de los Protocolos era una falsedad elaborada en 1903 por la policía secreta rusa.
Pero es que ahora, para mayor descrédito, este Madoff y demás conjurados, en lugar apoderarse del mundo, han destruido el mito de su diabólica perversión por codicia: resultaron ser simples estafadores, grandes, pero estafadores.
Ahora descubrimos que Doña Branca, “la banquera del pueblo” portuguesa, era otra Sabia de Sión, como Tony Leblanc en la película “Los Tramposos”.
Sin Sabios de Sión el antisemitismo ha quedado, ay, muy dañado ideológicamente.